León, Poneloya, Selva Negra, Masaya, Granada y como siempre Corinto, a 6 de mayo de 2008.

León, Poneloya, Selva Negra, Masaya, Granada y como siempre Corinto, a 6 de mayo de 2008.

Hace ya un tiempo largo que camino por estas tierras Nicaragüenses afortunadamente sin novedad alguna sin embargo la visita de mi amigo Chema me ha movilizado de mi voluntario apoltronamiento y de nuevo me encuentro recorriendo el país.

Para esta ocasión hemos alquilado un Toyota Yaris que con una carrocería y unas motorizaciones totalmente diferentes a las europeas, aquí es una berlina de tamaño medio y suficientemente cómodo para los tres ocupantes que lo íbamos a utilizar. Desde el primer momento considere este alquiler una mala opción en Nicaragua como al final ha sido demostrada, sin embargo y a pesar de todo nos ha permitido movilizarnos con cierta comodidad sin la dependencia de horarios ni de buses. Fuera de esta facilidad, el pésimo sistema de seguros de automóviles en Nicaragua, las cláusulas abusivas de las aseguradoras, el pésimo estado de las carreteras en general y la circulación masiva de personas, bicicletas, carromatos de bueyes y caballos y demás imprevistos varios, hacen realmente desaconsejable esta opción en la mayoría de las ocasiones.

Nuestra primera visita fue a León, Ciudad colonial y antigua capital del país en tiempos del descubrimiento donde son dignas de visitar sus múltiples iglesias puesto que tanto su número como su tamaño son totalmente desmedidas para la ciudad que fue y que hoy sigue siendo. León tiene una visita rápida y su recorrido se convierte en un hermoso paseo matinal a la espera de la llegada de la hora de la comida.

Después del ligero refrigerio, nuestro Toyota enfilo la carretera de las playas de Poneloya, donde el asfalto nos dio su primer aviso recordándonos que las prisas no son un buen acompañante si no queremos terminar con el sistema tractor del coche reventado, así que a una velocidad máxima de 40 o 50 km/h llegamos a este paradisiaco y maravilloso balneario. Como el día no acompañaba la playa estaba con poca gente lo que me permitió descubrir una zona que yo no conocía al final de la playa y de las majestuosas mansiones de la flor y nata Nicaragüenses que en primera línea de playa disfrutan de lugares dignos de mención. Al final de este paseo se encuentra el que parece ser el centro de la diversión del lugar, con varios locales de madera y tejados de paja y hojas de palma donde se puede comer y beber todo tipo de carnes, mariscos, pescados mientras que la gente se baña al resguardo de las olas del pacifico que a buen seguro harán disfrutar a cualquier surfista.

Hablando de estas olas del pacifico, debo remarcar su atura y calidad, uniformes con fuerza intermedia y que probablemente por desconocimiento aun no han sido tomadas por esas hordas de locos surferos que pueden verse en otros lugares del mundo con olas de calidades infinitamente peores. Esta calidad de ola para el surfero es menos buena para el bañista normal que debe comprender y prepararse para este sistema de oleaje en ocasiones brusco que debe buscar las zonas mas resguardadas para sus baños.

Pienso que Poneloya es un lugar de visita obligado para aquel que visita nicaragua siendo para mi el mejor balneario del pacifico por encima de San Juan del Sur y de Corinto.

Nuestro siguiente destino fue una zona entre Matagalpa y Jinotega llamada Selva Negra en la zona norte del país, zona montañosa, con carreteras enrevesadas y con un acceso medianamente decente. El nombre de Selva Negra fue en honor a los primeros colonizadores procedentes de esta conocida zona de Alemania y que dejaron el nombre como seña de identidad de la región. Esta región es eminentemente cafetera por lo que la degustación del mismo en una de las selectas zonas cafeteras del mundo es casi obligada para el interesado, sin embargo la visita no se limita únicamente a los cafetales, su elaboración o degustación, sino que la belleza escénica del lugar, hace que sea una de esas ocasiones que probablemente uno no olvide por mucho tiempo que pase. Aquí mi amigo chema y yo consideramos el lugar de diferente manera que intentare explicar. Por un lado la belleza escénica, con su lago, si exuberante vegetación, sus actividades variadas a paseo o a caballo por la zona, su plantación de café lista para ser visitada en cualquier momento la convierten en un lugar fotogénico, bello, con un encanto inigualable donde uno no necesita de nada, a lo cual hay que sumar su restaurante con unos precios algo altos y un sistema de alojamiento que reúne en el mismo lugar desde las habitaciones compartidas para mochileros hasta las cabañas al borde del lago que las convierten en algo muy romántico. Por ello, nuestra discusión versaba en el encanto de pasar varios días con una buena pareja por esa belleza inigualable, sin embargo, yo que ya pernocte ahí hace tiempo recordaba que a partir de las 6 de la tarde cuando anochece toda esa belleza se transforma en sonidos animales de diversa índole y raza desconocida y cualquier cosa que no sea quedarse en la habitación sin salir y con las puertas y ventanas cerradas se convierte en una aventura digna que cualquier película de Alfred Hichtcot. Sea como fuera, este es otro de los lugares de visita obligada del país que no se podía dejar atrás.

Para nosotros este viaje en coche fue largo y pesado ya que en el mapa encontrábamos una carretera principal aparentemente en buen estado que mas o menos desde León, enlazaba con la llamada Carretera Norte que nos llevaría a Selva Negra, sin embargo y aunque en los primeros kilómetros tenia un asfalto bastante apetecible luego se convirtió en un infierno de calor, polvo y pésimo asfalto que hizo que 160 kilómetros se transformaran en unas cinco largas horas de carretera. Creo que a estas alturas si el coche pudiera expresarse cada vez que nos viera acercarnos a el debería decirse para si mismo… ¡No por favor, otra vez vienen esos maltratadores!... y es que al terminar este viaje el coche vibraba por todas partes y tenia ruidos por todo el salpicadero. La vuelta la hicimos por Managua ya que aunque hacíamos el doble de kilómetros al menos el asfalto estaba en buen estado y podríamos viajar con menos tensión.

Llegada la noche, todos teníamos la sensación que a pesar de las horas de coche había valido la pena por haber podido visitar un lugar tan encantador como Selva Negra.

Pero el coche seguía a nuestro lado y aun nos faltaba por visitar la joya de Nicaragua, la perla centroamericana. Un oasis de paz en medio de la vorágine que la huelga de transportistas de carga y personas estaba a punto de comenzar en todo el país. Este lugar se llama Granada y sin duda cuando uno entra en Granada es como si la vida se detuviera. Se detuvo hace más de 500 años cuando los españoles atravesando Río San Juan y el Lago de Nicaragua para ocultarse y protegerse de los piratas formaron tan hermosa ciudad. Esta belleza protegida como patrimonio de la humanidad hoy en día se mantiene indemne a la modernidad protegida de los avances por la idiosincrasia del país, protegida de la construcción incontrolable por su nombramiento como patrimonio mundial y protegida de la delincuencia que asola la capital del país por una policía que por primera vez he visto eficiente y efectiva. Por todo ello hoy Granada se ha convertido en destino de los cruceros que visitan el país, de parada obligada de los tour’s que en pocos días pretenden mostrar medio continente, y sobre todo en la ciudad que ha visitado sin dudar todo el visitante extranjero de Nicaragua.

Nuestra ultima parada en esta ocasión fue la ciudad de Masaya a medio camino entre Granada y Managua donde hay dos lugares de interés, uno de ellos es el Volcán Masaya y el otro el mercado de artesanías, ya que esta ciudad es conocida por la fabricación de artesanías de collares, pulseras y camisas.

El volcán Masaya es uno de los pocos del mundo que a pesar de estar en actividad permiten visitar la misma boca donde a causa de los gases que emana no es recomendable pasar mas de 20 minutos, sin embargo en ese tiempo, las vistas son espectaculares. El humo saliendo del interior de las entrañas del volcán, la visión del cono en su interior y los mensajes de aviso y de las precauciones ante un repentino despertar como el ocurrido en 2001 hacen de la visita una mezcla de sensación de estar ante un lugar único y de nervios ante la expectativa de algo inesperado. Es recomendable visitar el centro de visitantes donde además de algo de sismología detallan la historia de la formación geológica de este volcán y de los de toda Nicaragua.

En cuanto a las artesanías, nada que contar que no se pueda ver en cualquier otro lugar similar, solo señalar que existen dos ferias de artesanías, uno orientado al turismo con algo mas de variedad y otro situado en el mismo mercado central de la ciudad dos o tres veces mas barata aunque con algo menos de variedad… Ahí queda a la elección del visitante ir a uno o a otro.

La nota discordante de este viaje fue el intento de robo en el interior de mi casa de Corinto mientras nosotros dormíamos y que parece ser que al no poder entrar a la casa, descargaron su frustración en el pobre vehiculo de alquiler dejando al pobre Toyota con el cristal delantero destrozado y que los sin vergüenzas de “Dollar Rent a Car” se han encargado de convertir en 1000 dólares de reparación. Siendo los importadores en el país de Toyota, los dueños de Seguros America (Aseguradora del coche), teniendo el único servicio técnico de la marca en el país y sin competencia en ninguno de sus negocios, han convertido una avería de no mas de 300 dólares en 1000 dólares sin posibilidad de reclamación. Nota negativa para Casa Pellas y nota negativa para Dollar Rent a car.

Pues por ahora nada mas. Espero que lo sigais pasando bien y que disfruteis de la vida.
Un saludo muy grande desde Nicaragua

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