Río Cangrejal – La Ceiba (Honduras), 22 de diciembre de 2004.

Hemos estado varios días en La Ceiba conociendo la ciudad que no tiene
mucho que conocer, ya que es pequeña, con unas antiguas vías del tren por
medio, pegado al Caribe y al parecer con mucho potencial turístico alrededor.
El Alojamiento lo hicimos en el Hotel Caribe por unos 5 Euros, en pleno
centro de la ciudad y haciendo gala nuevamente de la falta de educación
y maltrato el extranjero de todo el país, conseguimos una habitación en
bastantes buenas condiciones.
La Comida de Honduras a estas alturas ya nos empieza a hartar. Obviamente,
la comida típica, que se basa al igual que en el resto de Centroamérica,
de arroz y frijoles, añadiendo nuevas formas de cocinar, junto con baleadas,
tacos y algunas cosas mas, pero a la vez de escasez en las raciones, y
de la falta de educación, añadimos precios caros. Aquí las tortas son de
harina de trigo en lugar de maíz, con lo que mi paladar queda algo mas
agradecido.
Llevaba viendo por unos 25 Euros unas excursiones al parque natural Pico
Bonito con bajada en Rafting por uno de los ríos de la zona, así que conseguimos
un fantástico sitio donde por el mismo precio teníamos una noche de hotel
en un albergue en plena montaña, junto al río, con loros y demás cosas
de esas que sin querer te seducen, así que sin mucho que pensar, atravesando
caminos y veredas en el bus de turno llegamos al albergue Jungla River
Lodge donde estábamos nosotros solos junto a otro matrimonio de no se que
parte del mundo que como nosotros, habíamos coincidido en esta extraño
lugar. Al llegar por la mañana disfrutamos del parque natural Pico Bonito,
que sin ser nada del otro mundo nos lleno de satisfacción sobre todo al
encontrarnos una cascada preciosa de donde nacía un río de montaña que
daba sus aguas al que al día siguiente íbamos a tratar de cabalgar. En
este punto no pudimos perder la ocasión y a falta de bañadores y en lo
solitario de la selva, sin ropa disfr!
utamos de un baño bajo la cascada de esos que pocas veces en la vida se
pueden hacer pero que muchas se desean. Pero como todo en la vida, tiene
que terminarse, al oír voces lejanas, el encanto se rompió y todo volvió
a la normalidad. Solo añadir, que nos toco, vadear ríos de montaña con
agua bastante fresquita hasta la cintura, cuidarnos sobre todo de las boas
y demás animalejos aledaños, pero que por si solo, valió la pena.
El día siguiente fue el día de la verdad. A las 8 de la mañana ya nos estaban
despertando y pasamos casi una hora escuchando las diferentes formas de
morir que teníamos al caernos de la barca en un río como el Cangrejal,
y que lo habitual es caerse unas 3 o 4 veces, por lo que debíamos estar
preparados a todo, sobre todo en la primera mitad. Aquí hay que agradecer
a los guías, su paciencia y buen hacer que consiguieron que auténticos
novatos, por primera vez, pasaran por rápidos clase 1, 2 , 3, y 4 (el máximo
es 6) con caídas de agua de bastante altura y todos totalmente exitosos…
buenos todos, no, ya que al final las dos barcas que íbamos volcamos en
el mismo sitio, sin embargo fue a cosa hecha ya que los guías solían hacerlo
para que disfrutáramos de la rapidez de un río flotando. Sin duda, nada
para gente con problemas de corazón. Ya que la adrenalina fluye de verdad
durante todo el recorrido, y la sensación de miedo es real en muchas ocasiones.
Pero volveré a hacerlo sin!
duda.
Hay Fotos muy bonitas en la web, asi que no las dejeis pasar.

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